La intensa labor de alfabetización y reducción del rezago educativo que lleva a cabo el Instituto Estatal de Educación para Adultos (IEEA), tiene el objetivo de brindar las herramientas a las y los oaxaqueños para que accedan a mejores oportunidades de desarrollo.
En las comunidades de habla indígena el reto es mayor, ya que hay que enseñar a leer y escribir en lengua materna y en español, pero también es una actividad gratificante, pues contribuye a la preservación de la forma de comunicación que desde la antigüedad se utilizaba y está impregnada de saberes comunitarios.
En la región del Istmo de Tehuantepec, se ubica el municipio de San Mateo del Mar, lugar habitado por la etnia ikoot, con prácticas ancestrales, riqueza artesanal y gastronómica que lo hace único.
En esta demarcación, el analfabetismo y rezago educativo alcanzan el 69 %, ya que de 9 mil personas mayores de 15 años, 2 mil 197 son analfabetas, mil 576 no tienen primaria y 2 mil 427 no han concluido la secundaria.
Por ello, el IEEA ha intensificado las actividades educativas en este municipio, donde hay alrededor de 30 jóvenes y adultos que colaboran como enlaces microregionales, aplicadores y asesores bilingües.
Abimael Quintero Navarrete a sus 33 años de edad y por invitación de su esposa, quien también es asesora, decidió dedicar unas horas a la enseñanza de los adultos.
Expresa que al enseñar a leer y escribir en huave y español a sus 25 educandos, que cursan el nivel de alfabetización, primaria o secundaria, les abre mayores posibilidades de desarrollo, además de que se valora la lengua que sus antepasados les heredaron.
“Casi todos hablamos en huave, pero pocos lo sabemos escribir y eso hace que los idiomas se vayan perdiendo porque la nuevas generaciones a veces ya no quieren hablar la lengua indígena y el aprender a escribirla contribuye a que se conserve”, expone el asesor educativo.
Algunos días por las tarde o en fines de semana, Abimael y sus educandos se reúnen frente al palacio municipal de San Mateo del Mar, para compartir conocimientos, tanto académicos como empíricos. Leen y escriben sobre la pesca y agricultura, los meses en que se debe de trabajar la tierra, la temporada de viento para salir a pescar, el uso del papalote como herramienta de trabajo y ritual.
El asesor explica que en la celebración del Día de Muertos, los niños y adultos elaboran papalotes y los vuelan para guiar las almas de sus familiares fallecidos hasta las ofrendas depositadas en cada uno de los hogares.
El uso del papalote en las actividades de pesca es debido a la intensidad del viento, ya que al ser muy fuerte, no permite navegar o incluso puede provocar un accidente, por lo que idearon una forma de extraer los peces del mar, sin exponer sus vidas.
Abimael sabe pescar muy bien con esta técnica; primero ata la red de pesca en el papalote, el cual es sostenido mediante una cuerda resistente, con ayuda del viento se dirige hacia mar adentro, luego se deja caer la red y se espera unos minutos a que los peces entren, mientras se baja lentamente el papalote.
Siempre va acompañado de algún amigo o de su esposa que lo apoyan a maniobrar el utensilio de pesca y guardar el pescado en la canasta.
“No todos los días se puede pescar, porque depende de la dirección con la que el viento sopla, ya que si éste no va para el norte, el papalote no puede volar hacia el mar. La corriente marina es otro factor del que dependemos, porque es la que lleva a los peces a determinados lugares. Cuando no hay Norte, tenemos que ir a otros lados para poder trabajar, como el mar muerto, que nos queda más lejos”, relató Abimael.
Cuando el viento y la corriente marina le favorecen captura hasta tres docenas de peces, que al venderlos obtiene entre 80 y 150 pesos, dependiendo del tamaño y la demanda, que con el apoyo económico que recibe con su esposa, por las asesorías impartidas, complementan sus gastos familiares.