La Maroma, esencia teatral de la Mixteca

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payasos y bailarins2Texto: Joel F. Gálvez Vivar

Fotos: Karol Joseph Gálvez López

Huajuapan de León, Oaxaca, México. 3 de mayo de 2017.- En el corazón de la mixteca oaxaqueña, esencia de la patria mexicana, gozaron del baile, tanto sobre las cuerdas como a flor de tierra del ‘rabanito’ payaso pueblerino, artista natural del indigenismo mexicano, entre chistes colorados y acrobacias entre los barrotes y columpios reileteandose los jóvenes maromas, que cientos de miles de almas disfrutaron al caer la tarde-noche de este fin de semana en el barrio de Santa Cruz, municipalidad de San Miguel Amatitlán, jurisdicción de la gran Ñudee.

 

El escenario natural rural, se vistió de gala, de luces, demás del intenso calor humano, cuando sobre las cuerdas de ixtle, pendientes de morillos, cuya construcción fue hecha por los propios artistas pueblerinos, bailaron, brindo de gozo los maromas que cuyo dominio acrobático sobre las cuerdas es algo excepcional de los artistas rurales de la provincia mexicana, es sin duda un rescate histórico cultural, de mucha valor intangible  que viene realizando la oficina regional de Culturas Populares a cargo de Guillermo Círigo Villagómez.

El suelo mixteco se cubrió de gloria, al contemplar la riqueza  de la cultura tradicional intangible de la mixteca, tanto los propios como visitantes procedentes de la Unión Americana, de Veracruz, Distrito Federal, Puebla, Guerrero y de los pueblos circunvecinos se deleitaron con el teatro tradicional de los pueblos originarios, saborearon el sano chistes y malhabladas que expresaron en ocasiones picantes, otros en broma, por los enigmáticos ‘Payasos’, alma y esencia del teatro tradicional de la gran nación mixteca, conglomerados en el cuadro artísticos los acróbatas empíricos conocidos como ‘Maroma’, que una gama de pulcros jóvenes realizan marometas, tanto sobre cuerdas como en una barra haciendo piruetas e lo alto de los postes sostenidos por mecates.

Al mismo tiempo, otros se cuelgan de altos y largos columpios, realizando una diversidad de habilidades artísticas, demostrando con ello su capacidad del arte de la ‘Maroma’.

De multicolor y llamativas vestimentas, en la pista natural, bailan, ríen a carcajadas, lloran, cantan de alegría, dolor y tristeza, un puñados de hombrecillos, con el rostro cubierto de maquillaje, grande nariz de bola, al tiempo que sollozan por tanto crueldad entre hermanos, cuando los humanos no se comprenden, porque unos cuantos lo tienen todo, todo derrochan sin miramientos ni contemplaciones, mientras que otros enterrados en vida, viven en miserias, pobreza, hambre y sed de justicia, de fe y devoción, de amor y desamor, crueldades que calan en la miserable humanidad de hombres del campo; cuando los de arriba viven en opulencias, mientras que los gobernantes viven como dioses, reyes y virreyes en grandes palacios, magnates en gigantescas mansiones, a expensas de los de abajo; cuando los rurales se mueren de hambre, se desenvuelve en sus miserias, son mensajes subliminales que van tejiendo en su decir, contarlos como chistes que hace al público espectador, soltar a boca jarro sus grandes carcajadas, pero el corazón y la conciencia siente y reaviva su realidad en miserables condiciones de vida de los de abajo.

En este tenor Alfonso Jiménez, payaso ‘Rabanito’, calentaron el escenario, en el mejor momento que el respetable público disfrutaron a lo máximo las actuaciones de circo rural, porque aún prevaleció la luz del astro rey, que sin duda alguna también se lleno de gozo, por el rescate de la cultura autóctona de la gran nación mixteca.

Payasos y maromas, realizaron sus actividades de acrobacia no solo a flor de suelo, sino que volaron sobre la cuerda tendida a cinco metros de altura, sostenida de un par de morillos cruzados entre sí, el artista pueblerino llevaba entre sus manos una garrocha para el equilibrio, barra que sirve de apoyo al caminar y volar sobre las cuerdas, más sin embargo, demostraron sagacidad y profesionalismo, que van adquiriendo a través de un entrenamiento continuo y permanente.

Más sin embargo, en múltiples ocasiones perdieron equilibrio por nerviosismo y cansancio porque no es fácil soportar peso y altura, además de la presión de un público exigente que aplaudía y gritaba de gozo, payasos y maromas se colgaron de las cuerdas cuando estuvieron al alcance, unos; mientras que otros, besaron suelo, cayeron a tierra firme, como ocurrió con el enigmático payaso ‘pancholín’ tuétano del payaso mixteco, que un leve viento hizo a que perdiera altura, concentración y equilibrio, se golpeo en sus partes nobles con la cuerda, para enseguida fue derribado, es el precio más que riesgo a que se expone cada actor con tal de dejar satisfechos a su público, que lo premia con sendos y prolongados aplauso, el precio de la fama de ser artista rural, del circo o de la carpa pueblerina.

Entrada la madrugada ya con escasa luz eléctrica, culmino la actuación de ‘La Maroma’, teatro o circo pueblerino caracterizado como esencia cultural de la Mixteca oaxaqueña.


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