Durante su ponencia, la investigadora pasó revista a la forma en que, a través de las diversas épocas, las y los habitantes de esta tierra recordaban y conmemoraban a los familiares fallecidos. Rememoró que el sacerdote, José Antonio Gay, fue quien describió que los nativos colocaban frutas sobre un catafalco, armazón para representar un sepulcro, destinado a recibir a sus difuntos.
En este contexto, recordó que en tiempos pasados las casas oaxaqueñas, en su mayoría, eran pintadas en color amarillo que se asemeja al cempasúchil y rojo de la cresta de gallo o borla, las flores más representativas e indispensables en los altares de muertos, por lo que llamó a recuperar el uso de esta gama cromática para que el Centro Histórico conserve su toque siempre tradicional.
Acompañada por estudiantes de planteles de nivel medio y medio superior de la capital que se dieron cita en el lugar, Aceves Martínez abundó que fueron Gonzalo Lucero y Bernardino de Minaya quienes observaron las celebraciones nativas e introdujeron las prácticas europeas las cuales se fusionaron y abrieron paso a las tradiciones asumidas por los oaxaqueños hoy en día.
Al concluir su charla, Dora Cecilia Aceves Martínez abogó por incorporar prácticas modernas como las calaveras, los fantasmas y de otros países en la celebración de Fieles Difuntos, “pero siempre con respeto a nuestras tradiciones”.
Las actividades de “En Oaxaca, ¡La muerte se vive! Festividades Día de Muertos 2019”, continuarán este viernes 25 de octubre, a las 10:00 horas, en el Centro Cultural San Pablo.